¡Hola a todas!

Inauguramos 2016 con el primer post del año, y con el compromiso por mi parte de estar aquí con vosotras todos los lunes y viernes, salvo que mi agenda no me lo permita. ¡Espero poder cumplir! Durante estas navidades he recibido muchas felicitaciones por el blog, y eso me motiva mucho para seguir trabajando en él. ¡Gracias!

El domingo 27 hice una quedada con Cristina Mitre en Gijón para celebrar el ya clásico #Asturiassemueve, y hoy me gustaría agradeceros a todos los que habéis venido el seguirnos allá por donde vamos. Somos dos locas convencidas de que todo el mundo debe probar el running, y creo que ninguna tiene mucha intención de parar en el fomento del deporte. Además, el hecho de que cada vez seáis más los que os unís a estas iniciativas, hace que sigamos en el empeño, con más ganas si cabe. Me encanta compartir estas quedadas con ella, y ya os avisamos de que en unos meses habrá otra, pero daremos fechas en cuanto sean definitivas.

Estoy convencida de que lo mejor que me ha aportado este deporte son las personas que he conocido por el camino, y Cris es una de ellas. Con ella aprendo cosas a diario, y es un ejemplo de mujer luchadora, que tiene claro lo que quiere y pelea por ello sin descanso. El otro día, tras la quedada, pensé en lo que puede unir el running a personas tan diferentes, y creo que nuestro caso es un ejemplo muy claro de que corriendo no importa quién seas ni de donde vengas, sino cuánto disfrutas sufriendo, y cómo lo compartes con los demás.

Cris y yo venimos de mundos completamente distintos: yo soy deportista casi desde que nací y estudié económicas, ella es periodista y empezó a correr por adelgazar unos kilos. Yo me echo la primera crema que me encuentro (si es que la echo), mientras ella me riñe por irme a la cama sin desmaquillar… Ya conocéis el “limpina y fresquina”, ¿no? ¡Ni siquiera somos de la misma edad! Sólo compartimos nuestra Asturias patria querida.  

Ahora que se habla mucho de la distinción entre runners y atletas, creo que eso también nos diferencia. Aunque a mí me gusta más hablar de corredores, porque como siempre digo, todos hacemos el mismo deporte, con la misma ilusión y ganas de cumplir nuestros distintos objetivos. ¿Qué importa ser runner, atleta o corredor? Lo importante es disfrutar con lo que se hace, sin mirar lo que hacen los demás.  

Y lo curioso es que al final, las personas que corremos nos entendemos en nuestro idioma. A veces pienso que no estamos muy bien de la cabeza, porque disfrutamos dando vueltas a un parque sufriendo sin parar. Pero, ¿y la satisfacción de después? ¿Y la de cruzar la meta tras un objetivo cumplido? Eso es impagable, y sólo otro corredor lo puede entender, aunque proceda de un mundo diferente al nuestro.

Creo también que este grupo es un buen ejemplo, ya que ha unido a chicas que se dedican a cosas muy dispares, con vidas muy diferentes, pero que comparten una pasión, al igual que Cris y yo. ¿Estáis de acuerdo? ¿También tenéis algún amigo al que sólo el running podría haberos unido?