Como cada sábado, ayer me acerqué al Parque de Ferrera para dirigir un entrenamiento más de las chicas de Yes We Run. Poco después de llegar, apareció mi gran amigo José Luis Capitán, su mujer, y sus dos hijos. Más tarde mi familia, vestida de deporte porque supuestamente venían a caminar con el grupo, mis compañeros de entrenamiento con los que no había quedado, los Chanwas y todas las chicas, incluso nuestra querida Luisi, con su gran sonrisa, que tanto echábamos de menos.

Todo empezaba a ser un poco raro y cuando quise darme cuenta, habían montado una mesa y traído pasteles, una tarta y sidras. José tocaba la gaita, y todas gritaban mi nombre celebrando mi triunfo. Habían hecho hasta una réplica de la medalla con el logo de YWR.

Reconozco que en ese momento estaba más tensa que antes de correr un campeonato. Aunque no soy una persona tímida, lo de ser el centro de atención no es lo mío, y pasé muchísima vergüenza. Estaba alucinada por la cantidad de gente querida que se había reunido para celebrar mi victoria del sábado, y llegué a emocionarme de nuevo.

Empecé a entrenar a las chicas simplemente por promocionar el deporte en mi ciudad y conseguir aumentar la participación femenina en las carreras populares y sin querer, estoy rodeada de un grupo de mujeres increíbles que cada día me demuestran que están ahí para todo. Para todas ellas, y para todos los que ayer quisieron celebrar la carrera de Ribadesella conmigo, millones de gracias. Habéis hecho que la alegría por el campeonato se multiplique.

Toda mi vida mi padre me ha repetido que lo mejor que me llevaría del mundo del deporte serían los amigos, y hoy por hoy puedo darle la razón y estar orgullosa de los que ya he conocido.