¡Hola a todos!

Antes de comenzar con esta entrada me gustaría aclarar, sobre todo para los lectores de mi blog personal (alba-garcia.es), que he cambiado de sitio, pero no de contenido. Me resulta muy difícil mantener activos dos blogs diferentes y creo que, con el paso del tiempo, la “Alba atleta” y “Yes, we run” han llegado a ser lo mismo. Así que desde hoy, mi blog desaparece. Pasaré a utilizar sólo este, donde os hablaré tanto de running femenino como de mi día a día como atleta.

Llevo tiempo sin hablaros a través del blog sobre mi evolución y creo que, tras recibir tantas muestras de apoyo y cariño, os debía un post. Aunque por las redes sociales sí que os comento cosas.

Hace dos años que me empezó a doler el pie, lo cual después supimos que era el origen de la enfermedad. Recuerdo perfectamente que estaba preparando el campeonato de España y me encontraba en un estado de forma espectacular. El dolor hizo que me tuviera que centrar sólo en los días de series, para descansar o rodar muy poquito el resto de entrenamientos. No le di gran importancia porque me permitió terminar la temporada. Recuerdo incluso cuál fue mi último día de series, en Madrid, acompañada por Diana Martín.

A partir de ahí comenzó el horror. Poco a poco, sigilosamente y sin avisar, la artritis fue haciendo mella en mi cuerpo, hasta dejarme casi inmóvil en navidades. No se lo había contado a mis padres para no asustarles, por lo que hice de tripas corazón para disimular mi rigidez y, sobre todo, el dolor que la enfermedad me producía. Realmente no sabía lo que tenía, y no quería asustar a nadie hasta tener un diagnóstico seguro.

Durante estos dos años he peleado contra mi cuerpo y, sobre todo, contra mi cabeza. He peleado mucho, y aún sigo haciéndolo día a día. Porque no es fácil saber que tienes una enfermedad degenerativa. Es una mierda diría yo, y perdonarme la expresión.

Mucha gente me dice que soy un ejemplo de superación, y a mí me violenta un poquito porque no me parece justo. Considero que, si he “superado” la enfermedad, es porque estoy en manos de buenos médicos que han sabido dar con el tratamiento correcto para que, de momento, no haya tenido otro brote. Y también gracias a mi cuerpo, claro, entrenado para sufrir desde que tengo 15 años, que supo adaptarse al tratamiento y evolucionar favorablemente. Pero esto, desgraciadamente, no le pasa a todo el mundo. No todos los enfermos tienen la suerte de dar con un médico como el mío, ni su enfermedad va por el mismo camino que la mía (repito, de momento). Porque cada uno tiene su propia enfermedad, aunque el nombre y apellidos sean los mismos. Y esas personas tienen mucho más mérito, porque es fácil superar las enfermedades cuando todo va bien. Lo difícil es enfrentarte al dolor día a día, cuando ves que nadie te dice lo que tienes, y no eres capaz de levantarte solo por las mañanas.

Os digo esto porque de lo único de lo que yo puedo sentirme orgullosa es de haber mantenido el ánimo a pesar de todo. Es lo único que ha dependido de mí, y en lo que he puesto todos mis esfuerzos. “Volverás a ser tú, pero date tiempo, porque tardarás”, me decían la mayoría de los enfermos reumáticos. ¡Qué razón teníais! Gracias de corazón por esos ánimos. Os envío un beso gigante y espero que también sigáis mejorando.

Bueno, tengo que añadir otra cosa que creo que también hice bien, y que considero muy importante, que es el haber cumplido con todo lo que el médico me decía, dejando que los tratamientos hicieran su efecto. El resto, creo que ha sido cuestión de suerte.

Ya me encuentro muy bien, aunque con algunos efectos secundarios de los tratamientos, y cada poco aumento el nivel y frecuencia de los entrenamientos, con lo que estoy contentísima.   

¡Hoy empiezo mis vacaciones! Y las comienzo con ganas de descansar, como todos, pero también con ganas de entrenar, con el objetivo de llamar a Paco el 1 de septiembre y pedirle por fin un plan de entrenamiento. Antes, tengo que ponerme “en forma”. ¡El cross nos espera!

Y recordad: “No podemos escoger lo que vivimos, pero sí la forma en la que nos enfrentamos a ello”.

¡Un beso!