Conozco a Andrea desde el instituto, pero nuestras vidas coincidieron de nuevo cuando su marido, el atleta del Avilés Atletismo Paco González, empezó a compartir entrenamientos conmigo. Entre los dos, y el resto de su familia que también practica mucho deporte, la convencimos para que viniera un día a entrenar con el grupo. Tras varios meses diciendo que no rotundamente, se animó a venir, y desde entonces no ha parado. Empezó con carreras de 5km, y el sábado día 3 debutó en el medio maratón de Gijón. Es madre de una niña de tres años, y compagina sus entrenamientos con un trabajo a turnos, lo que hizo que su preparación no fuera tan perfecta como a las dos nos habría gustado. Pero Andrea es de esas chicas que cuando se propone algo, no para hasta conseguirlo, y allí se plantó, dispuesta a disfrutar de su éxito, arropada por su familia. ¡Felicidades Andrea! Os dejo con su crónica.

¡Hola!

Quería contaros mi experiencia en mi primera media maratón.

Desde pequeña he visto en casa el deporte: correr, natación, bici… y más aun desde que me casé y lo vivo con mi marido, fanático del running.

Hace meses, Alba me propuso empezar con el grupo de sus chicas, y animada por mi familia empecé. Al principio fue duro, no aguantaba nada, pero poco a poco con los entrenos fui notando la mejoría y me empezaba a gustar. Empezaron las carreras de 5km, 8km, 10km… y así hasta que un día me planteo correr una media maratón. 21 km, para mí demasiados, pero sólo me lo planteo para seguir disfrutando del correr como hasta ahora.

Después de meses preparándome con los entrenos de Alba, que me van llegando cada lunes, y las tiradas largas de los domingos (para mi bastante duras ya que trabajo a turnos, la niña y la casa se me hace un poco cuesta arriba), poco a poco me sentía mejor y más animada.

Llegó el día 3 de mayo, ¡media maratón de Gijón!! Suena el despertador 6 de la mañana y tengo q ir a trabajar, muerta de nervios. Mi cabeza sólo pensaba: hoy a las 18h corro 21 km, ¡qué miedo!!

Dan las 14h, salgo de trabajar y toda la familia me espera para comer en casa de mis padres. Aunque ellos estén acostumbrados a correr medias, yo creo que también están nerviosos. Comemos y mi obsesión es que necesito descansar ¡aunque sea una hora! Dan las 16h, quedamos todos los amigos y familia, cogemos los coches rumbo a Gijón. Allí lo primero recoger los dorsales. Ya había bastante gente y ahí me empiezan a invadir más los nervios. Recojo el dorsal 666, todo el mundo me decía que me daría suerte, ¡es capicúa! Empieza el movimiento, me preocupa muchísimo el día. Está despejado, pero hace un aire increíble.

Empiezas a ver amigos, gente conocida de otras carreras y todo el mundo te anima, aunque la procesión va por dentro… ¿acabaré?? Esa es mi preocupación.

Dan las 6, me pongo en el sito de corredores de 2 horas. Mi padre se queda a mi lado. No me había dicho que iba a correr conmigo. Él lo podía hacer mucho mejor, pero me daba seguridad verlo allí.

¡Empezamos!!!

 Al principio me veía genial, iba a buen ritmo y no hacía demasiado viento. Veía todo el rato a la liebre de las 2 horas. Estaba todo controlado. Empieza a picar para arriba en la zona de Begoña park, con el aire en contra un poco duro, aunque poco a poco fui recuperando. Seguido se pasa por la zona del Piles y allí estaba mi familia, mi niña y mis chicas Yes We run, todas gritando como locas. ¡Eso te da mucha energía para seguir!

Los kilómetros van pasando y mi ritmo va bajando. El viento me está agotando. Es cuando me empiezan a entrar todos los miedos (tenía que haber ido más lenta, este aire…). Sigo, y en el km 11 me encuentro a mi marido. Le preguntó: ¿pero qué pasó?? Nada, no le da importancia, no estaba bien para seguir y prefirió seguir conmigo. Ahí sigo con mi padre y mi marido al ritmo que yo les marco. De vez en cuando me preguntan cómo voy, aunque me enfado porque no me gusta mucho que me vayan preguntando jeje.

Van pasando los km y dejo La Calzada atrás. También dura. Nos volvemos a meter en el centro, donde el aire juega una mala pasada y ahí estanco mi ritmo.

Llegamos a San Bernardo y creo morir. Un aire de cara brutal, ya era el km 16 y empecé a resentirme y me planteo el abandonar. Se lo dije a ellos pero empezaron con sus palabras de aliento (venga que ya no queda nada…) Llega el km 18 en El Molinón, las piernas ya no me daban para mucho más y yo cada vez me encorvaba más, pero en ese momento mi cabeza me decía: ¡tengo que acabar y estoy disfrutando!! Llegaba lo peor, llegar a las mestas y ver que ¡no entras!! Tienes que ir a la plaza de toros. Psicológicamente me mató, pero volvía a estar todo el mundo: mi hermano, mi familia, las chicas Yes We! (siempre me río de mi marido cuando me dice que la gente te lleva y esta vez le di la razón, ¡me llevó!).

Entro en las mestas y fue muy emocionante. Claro que tenía ganas de acabar, pero me daba igual el reloj, me daba igual todo, era mi primera media y aunque muy dura, ¡la había disfrutado!!

Al lado de la meta estaban todos otra vez y a mi lado mi padre y mi marido que no me fallaron ni un minuto. Ya estaba hecho, ¡21 km!! Acabé derrotada, mareada y con una sensación de cansancio increíble, pero mi cabeza estaba contenta, había hecho 21 km y lo más importante, había disfrutado con ellos, y eso es con lo que me quedaba.

Mil gracias a todos los que me habéis ayudado, sin vosotros no hubiera sido igual.