Cuando Jenni me pidió que la entrenara para esta aventura, reconozco que sentí algo de miedo. No tenía experiencia en este tipo de retos, y me obligaba a salir de mi zona de confort como entrenadora. Pero la vez, lo vi como una oportunidad para aprender y me puse manos a la obra, leyendo y documentándome sobre el entrenamiento que necesitaba para correr esta prueba con garantías de no lesionarse, disfrutando y, aunque para ella era secundario, en el tiempo que nos habíamos propuesto. Ha sido fácil hacerlo, porque ella es la disciplina personificada, y ha seguido el plan sin dudar ni un momento en mí. El resultado, en esta preciosa crónica. ¡Os dejo con ella!

¿Qué significa para mí el Soplao? O ¿qué me ha aportado Yes We Run? La respuesta a la primera pregunta es muy fácil, significa cumplir un sueño. La segunda, y de la que no quiero dejar de hablar, es un cambio en mi vida difícil de expresar con palabras.

Empiezo intentando la segunda. Empecé a correr hace 2 años y medio, porque cada año, en la San Silvestre de Avilés me moría de envidia viendo a los corredores de mi “villina” despidiendo el año. Irene y yo cada edición decíamos “el año que viene la corremos”, y así pasaron varias San Silvestres hasta que un septiembre decidimos empezar a correr e intentarlo. A partir de ahí todo vino rodado. Cada vez nuevas distancias, nuevos retos … De repente, no sólo queríamos correr la San Silvestre, sino que queríamos correr con esas chicas que veíamos de azul en el Parque Ferrera, desprendiendo buen rollo. Escribí un mail a Alba y todo fue muy fácil, nos acogieron afectuosamente como caracteriza a esta gran familia runner. Después llegaron amistades, carreras, risas, y correr pasó a ser no sólo deporte sino una forma de vida. Al ir consiguiendo retos, sin saber cómo vas cambiando. De repente te sientes más segura de ti misma, más fuerte no sólo física sino mentalmente, te cuidas más, te gustas más…

Y ahora vamos con el Soplao. Hace 3 años descubrí esta gran prueba, que reúne en un pueblo de 10000 habitantes, Cabezón de la Sal, a más de 10000 inscritos en un fin de semana, en varias modalidades, y que vienen de toda España. Ese día me quedé 5 horas en la meta viendo llegar gente, ¿por que? Porque había 10000 historias en esa meta, era increíble el ambiente alrededor, la alegría de la gente al llegar, por la dureza de las distintas pruebas. Vi llegar a mi amigo Pedro de la prueba de Maratón y a Javi de BTT. Ese año sentí envidia, como cuando veía a mis paisanos en la San Silvestre, y aunque me parecía un reto imposible, me contagió esa alegría desmesurada, y decidí que al año siguiente me apuntaría a la prueba de Maratón, que son 47,7 kms con 2000 m de desnivel. Me inscribí en cuanto abrieron inscripciones, y a las 5 semanas me lesioné de poplíteo izquierdo, lo que me mantuvo 5 meses sin correr. Volví a esa meta del Soplao y allí estuve otras 5 horas viendo a gente emocionada.

Al año siguiente volvieron a abrir inscripciones, y ya recuperada de mis lesiones varias hablé con Alba y le pedí que me entrenara específicamente para el Soplao. Empezamos 5 meses de entrenos duros en los que no valía bajar la guardia. Me tocó entrenar sola por Comillas, lloviendo, granizando y hasta en Reinosa nevando. Compartí kilometradas con mis chicas Yes we Run en Avilés, con los Chanwas, circuitos larguísimos con Pedro, Javi y Tuto por el monte, pero siempre manteniendo la ilusión de mi meta del Soplao, y con el miedo a lesionarme y que se truncara nuevamente.

Y poco a poco iban pasando los días, 3 medias maratones de montaña y muchos circuitos de monte. El Soplao inspira demasiado respeto como para saltarte un entrenamiento. Lo bueno de entrenar con Alba es que los entrenos son muy progresivos, y vas viendo cómo vas mejorando día a día. Además, son muy coherentes por lo que es difícil lesionarte. También empiezas a ver cómo sin darte cuenta estás adelgazando, algo que no me había pasado desde que había empezado a correr.

Y llega la semana de la carrera, y empiezan los nervios, se empieza a ver muchísima gente de fuera en Comillas y en Cabezón, y con los nervios, las dudas… ¿estaré preparada? ¿aguantaré? ¿hará buen día? ¿me torceré un tobillo?… y empiezas a recibir mil gestos de cariño de amigos, familia, compañeros, clientes…

Y por fin el gran día … decido salir muy atrás con mucha prudencia, puesto que mi objetivo es llegar, aunque si lo hago en 8 horas estaría contentísima. Salgo con mi amigo Pedro, puesto que es experto en esta carrera y hemos hecho los entrenos juntos. Los primeros 5 kms son fuertes, con la primera subida, y sufro, puesto que me cuesta calentar, así que voy pensando en pasar esa primera fase para ver qué tal me encuentro después. El ambiente en Cabezón es espectacular, y después en Ruente con muchísima gente. Me voy encontrando genial, y decido afrontar la carrera por fases. En el km 10 tomo el primer gel. Bajada del cortafuegos que me encanta, con prudencia para no cargar cuádriceps. luego llegada a la campa de Ucieda donde parece una fiesta de “prao”, avituallamiento de lujo y sensación psicológica de tener media carrera en el bolsillo. Siguiente subida y arrepentimiento de haberme puesto “tibia” a comer. Pierdo a Pedro en la subida, y me toca encarar el resto sola, aunque no falta el chiste del sevillano… el “OHHHH” de la malagueña al descubrir muestro verde, y es que el paisaje es espectacular. Y así llego al temido “Toral”, la subida más dura. Allí, aunque te sientes ganadora sabes que te esperan 14 km de bajada que se hacen duros. Antes de eso, avituallamiento de salchichas y huevos fritos que saben a gloria, y a por la meta. Hasta el km 40 me encontré muy bien, y a partir de ahí y hasta el 47 mis piernas van a tirones. Pero al mirar el reloj y ver que voy por debajo del tiempo previsto para las 8 horas, ¡subidón! Mi cabeza está dibujando esa meta que tanto conozco. En los momentos duros , mirada al cielo y petición de ayuda a mi ángel particular, mi padre.

Y por fin la meta… describir esta parte es muy difícil. La gente te hace sentir como si fueras un superhéroe, te llevan en volandas. ¡Y se cumplió el sueño! Esta vez yo estaba al otro lado viendo a mis amigos y familiares emocionados al verme llegar sonriendo. ¡Y en 7:39!

La carrera es la guinda del pastel, pero el Soplao son muchos entrenamientos previos, con muchos amigos compartiendo km, vivencias e ilusiones. Ahí está la dureza y lo bonito de la prueba, llegar al día señalado con los deberes hechos.

Tengo que agradecer a muchísimas personas, a mis Yes we run, Comillas y Avilés, a los Chanwas, a mis amigos, mi familia, y en especial a dos personas sin las cuales no estaría contando este rollo. Primero a Rober, que se ha involucrado muchísimo en nuestro día a día para que yo pudiera entrenar, y segundo, a Alba García, por esos entrenos de calidad, por creer en mí, por su generosidad, por guiarme, ya que sola no lo hubiera conseguido y sobre todo por hacer que me sintiera segura para poder disfrutar la carrera como lo hice. Tengo la suerte de poder decir que tengo a la MEJOR!!!!

Muchas GRACIAS y no dejéis de perseguir los sueños, porque con esfuerzo siempre llega la recompensa.